viernes, 18 de junio de 2010

Sidrería asturiana TEITU - Junio 2010




ÉL: El restaurante se encuentra en una buena zona de Madrid. Cerca de Cuzco, al lado del Ministerio de Defensa, en hora punta puede que sea un poco más complicado llegar pero nosotros fuimos a cenar y no encontramos mucho tráfico. En la zona es difícil aparcar pero justo en frente hay un parking, así que tema resuelto. No suelo ir en metro pero tampoco hay problema porque hay una boca cerca. La primera impresión es buena, tiene decoración “exterior” cosa que se echa en falta en muchos otros restaurantes. Apetece entrar…

ELLA: El sábado pasado teníamos ganas de salir a cenar a uno de esos restaurantes de “ni caro ni barato” para darnos un pequeño homenaje. Nos recomendaron “Teitu”, una sidrería más sofisticada que campechana. Está entre Cuzco y el Bernabeu, una zona tranquila con muchos restaurantes. Aparcar en la calle es complicado ya que los pocos huecos libres que hay los ocupan los aparcacoches –el Teitu no cuenta con este servicio-. A unos 20 metros del restaurante hay un parking público al que nos fuimos después de un par de vueltas. La fachada de la sidrería está decorada con cuidado como podeis ver en la imagen y se ve, ya desde es principio, que es un sitio donde cuidan su imagen.

 ÉL: Una vez dentro hay unos barriles como mesas y una barra en forma de L en la que se puede “tapear” y tomar algo si esperas mientras llegan otros comensales. El ambiente es agradable, con gente pero sin sensación de agobio. Las mesas del restaurante están al fondo del local, antes de llegar enseguida te atienden y preguntan si tienes reserva. Muy amables y cordiales. Te acompañan a la mesa y ofrecen la carta muy rápido. La carta de vinos es bastante extensa, hay mucho donde elegir y con variedad de precios.

ELLA: Nada más cruzar la puerta hay una zona de bar donde se pueden tomar unas cañas acompañadas de tapas elaboradas pero lo más seguro que es tuvieseis que hacerlo de pie porque a penas hay taburetes. Hay un mostrador donde puedes ver unos chuletones suculentos que hacen que se te abra el apetito. Lo ideal es tener reserva previa para que directamente pases a la mesa sin tener que esperar. El ambiente es tranquilo con gente entre 35 y 50 años más o menos. A priori los camareros parecen correctos aunque muy atareados.

 ÉL: Las sillas con cómodas y la mesa está bien vestida. No nos dieron opción a elegir zona de no fumadores, al parecer se podía fumar en todo el local, sin embargo, aunque había gente fumando no se notaba casi nada (soy fumador pero odio fumar cuando voy a comer).

ELLA: Las mesas no están especialmente separadas pero no tienes la sensación de que los demás están en tu conversación por lo que el grado de intimidad es apropiado. A pesar de ser un ambiente para fumadores no está cargado y no resulta desagradable. La decoración no me gustó mucho, de hecho me pareció un poco “horterilla” con sillas verdes y azules y un poco tosca. No obstante las condiciones eran muy confortables.

ÉL: Sidra para empezar, ¿cómo no en un asador asturiano? Muy rica. Con un punto ácido agradable.

La carta de comida no es extensísima y se agradece. Quien mucho abarca poco aprieta, así que bien. Pedimos pulpo de primero para compartir. Nos apetecía y además es el típico plato con el que te puedes hacer muy buena idea del nivel del restaurante, en la cocina básica. Muy bien. Estaba en el punto justo de cocción. Me gustó mucho. Rabo de toro y Solomillo. Riquísimo. El solomillo justo como lo pedí; al punto menos. Muy fresco y sabroso. De acompañamiento una triste lechuga  mal aliñada como contrapunto pero uno de los mejores solomillos que he comido últimamente. Al nivel de un buen asador. Aunque no soy un enamorado del rabo de toro reconozco que el guiso estaba muy bien y la carne muy rica. Muy buenas sensaciones. Y cantidad adecuada. La presentación algo tosca, pero estamos en una sidrería y es lo que se espera.

Vino. Pedimos una botella de tinto Viña Pomal, reserva, de bodegas Bilbainas. No se puede fallar y estaba bien.

De postre, una manera original de tomar un mousse de queso en forma de volcán. Caliente. Con helado de vainilla encima. Muy rico y bien cocinado y eso que no soy mucho de postres.

ELLA: Y ahora al meollo de la cuestión: la comida. Lo primero un buen vaso de sidra natural escanciada que mi marido supo disfrutar más que yo que la encontré un tanto insípida. De entrante pedimos un pulpo cocido con aceite y pimentón. Para no estar en Galicia estaba muy bueno, tibio, en su punto de sal aunque tengo mis dudas de que el pimentón fuera “de la Vera” recién comprado porque no tenía ese sabor fresco e intenso que le caracteriza. Supimos aprovechar bien las barritas rústicas para mojar en el aceitito con pimentón. Por mi lado pedí “Rabo de Toro”, uno de mis platos favoritos. Bien presentado, sin muchas florituras, estaba corto de sal pero bien cocinado con guarnición de arroz blanco. Bueno: sí. Espectacular: no diría tanto. Aunque tal vez tenga esta opinión porque probé el solomillo que pidió mi marido y que estaba imponente. Que mala es la envidia… Todo esto lo regamos con un buen vino tinto, un Viña Pomal Reserva, delicioso al dejarlo respirar un pelín, el perfecto equilibrio calidad-precio. Había varios postres apetitosos –me quedé con las ganas de la tarta de manzana preparada en el momento porque tardaba 15 minutos, si lo llego a saber la pedimos al inicio, una pena-. Finalmente nos decantamos por el “Volcán de queso con helado”, un suflé de queso suave, cantidad suficiente para un goloso o estupendo para compartir al final de una buena cena. No hubo café pero no pude resistirme a probar el licor de hierbas –que veréis que pruebo siempre que tengo ocasión- y tengo que darle un 10, muy bueno.
   
ÉL: En general el nivel de los camareros es bueno. Van bien vestidos y son agradables. Detalles pequeños en la calidad del servicio mejorables pero en general bien.

ELLA: Cuando voy a un restaurante le doy casi la misma importancia al servicio que a lo que me sirven. La camarera que nos atendió, Merce, aunque tenía mucha prisa no falló en el servicio que fue apropiado aunque no pudo dedicarnos más que el tiempo justo para tomar nota y servir. Salvo la manera terrible que tienen de servir el agua –volcando completamente la botella y salpicando- resultaba cómodo recibir los platos.

ÉL: Buena relación calidad precio. No es barato, pero lo que obtienes lo vale.

ELLA: En cuanto a la relación calidad-precio entraría dentro de los de “ni muy caro-ni muy barato-. 55€ por persona me parece un precio justo aunque, eso sí, no para disfrutarlo todos los días.

ÉL: En resumen; un local agradable, con buen servicio donde la calidad de las materias primas sumada a la buena cocina hacen del restaurante uno de esos que te apuntas para volver o que no te da vergüenza recomendar. Volvería si o si.

ELLA: Lo dicho, una sidrería más sofisticada que campechana, decorada con un gusto algo cuestionable, servicio correcto, comida más que correcta –sobre todo el solomillo- y precio razonable. ¿Volvería? Sin duda a por un buen chuletón y esa tarta de manzana bien regada con licor de hierbas.

Restaurante Teitu
C/ Capitán Haya 20, Madrid
Tel. 915562114
Precio medio por persona: 50€
Reserva: no es necesaria mucha antelación pero merece la pena reservar.

1 comentario:

  1. Hola,
    enhorabuena por el blog. Me parece ameno y realizado de un modo muy original en cuanto a narración.
    Me he hecho seguidor.
    Espero que leaís el mio, va de vinos.
    http://almavinocuatre.blogspot.com/
    Si os gusta, haceros seguidores.
    Gracias y un abrazo,
    Juan Cuatrecasas
    Bilbao, Vizcaya

    ResponderEliminar